Sonia Marmolejo dejó en su casa a su bebé recién nacido, cogió un autobús urbano y se dirigió al hospital Darío Contreras, para amamantar a niños haitianos, a veces huérfanos, a los que amamantó para saciar su hambre y mitigar su dolor. Esta dominicana alimentó a más de 20 niños del país vecino por el terremoto, ya que sus familiares no estaban en condiciones de cuidarles. Sonia es de pocas palabras, pero con un gran sentimiento humanitario, no dijo el tiempo que estaría en el hospital, ni si volverá en otras ocasiones.
Su hija de 4 años, Edelyn Terrero Marmolejos, está afectada de una enfermedad conocida como Panosteomielitis, la que adquirió al contraer una bacteria cuando tenía un año.
Gracias a su trabajo en Haití, el presidente Leonel Fernández le concedió la condecoración Duarte, Sánchez y Mella, en el grado de Caballero.
Instituciones, como la Lotería Nacional, amuebló completamente su nueva casa, y la Autoridad Portuaria le ofrece $10,000 cada mes, han venido a resolver un grave problema, ayudándola a obtener la visa para viajar a Estados Unidos y el coste del tratamiento de su hija Edelyn.
Irena Sendler nació en Polonia en 1910, en un pueblo llamado Otwock a 23 kilómetros al sudeste de Varsovia. Irena trabajaba como administradora superior en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia que operaba los comedores comunitarios de la ciudad, cuando Alemania invadió el país en 1939. Gracias a Irena, estos comedores no solo proporcionaban comida, asistencia financiera y otros servicios para huérfanos, ancianos y pobres; sino que sumaron la entrega de ropa, medicinas y dinero a las familias judías. Para evitar las inspecciones, se las registraba bajo nombres católicos ficticios y se las anotaba como pacientes de enfermedades muy contagiosas como el tifus o la tuberculosis. Horrorizada por las condiciones en que vivían los judíos, Irena se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos, Zegota. La joven fue una de las primeras organizadoras del rescate de niños judíos. En ese entonces 5000 personas morían mensualmente de hambre y enfermedades.
Irena logró obtener un pase del Departamento de Control Epidémico de Varsovia para poder ingresar al gueto en forma legal. Iba diariamente con el fin de reestablecer contactos, llevar comida, medicinas y ropa vistiendo un brazalete con una estrella como signo de su solidaridad para con los judíos. Irena logró reclutar al menos una persona de cada uno de los diez centros del Departamento de Bienestar Social. Con su ayuda,
elaboró cientos de documentos falsos con firmas falsificadas dándole identidades temporarias a los niños judíos. Era más fácil escapar del gueto que sobrevivir en el lado ario. El rescate de un niño requería la ayuda de al menos diez personas. Los niños eran los primeros transportados a unidades de servicio humanitario (pogotowie opiekuncze) y luego a un lugar seguro. Luego les encontraba ubicación en casas, orfanatos y conventos. Irena también tuvo una gran cooperación para ubicar a los más grandes.
Irena tomaba nota, por medio de una codificación, de los nombres de los niños y de sus nuevas identidades.
El único registro de sus verdaderas identidades lo conservaba en frascos enterrados debajo de un árbol de manzanas en el patio de un vecino, frente a las barracas alemanas. Tenía la esperanza de algún día poder desenterrar los frascos, ubicar a los niños e informarles de su pasado. En total, los frascos contenían los nombres de 2.500 niños…Finalmente lo nazis se dieron cuenta de sus actividades y, el 20 de octubre de 1943, Irena fue detenida y encarcelada por la Gestapo. Aunque era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos, soportó la tortura y se rehusó a traicionar a sus asociados o a cualquiera de los niños ocultos. Le quebraron los pies y las piernas. Pero nadie pudo quebrar su voluntad. Irena paso tres meses en la prisión de Pawiak donde fue sentenciada a muerte.
Mientras esperaba la ejecución, un soldado alemán se la llevó para un ”interrogatorio adicional”. Al salir, le gritó en polaco ”¡Corra!” Al día siguiente halló su nombre en la lista de los polacos ejecutados. Al finalizar la guerra, Irena desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes diseminados por todo Europa, pero la mayoría había perdido a sus familias en los campos de concentración nazis. Los niños sólo la conocían por su nombre clave Jolanta. Pero años más tarde cuando su foto salió en un periódico luego de ser premiada por sus acciones humanitarias durante la guerra un hombre la llamó y le reconoció porque fue quien la saco de los campos de concentracion. Irena Sendler no se considera una heroína. Nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones. ”Podría haber hecho más,” dijo. ”Este lamento me seguirá hasta el día que muera.”
En 1965 la organización Yad Vashem en Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las Naciones y se la nombró ciudadana honoraria de Israel.Luego de la guerra trabajó para bienestar social; ayudó a crear casas para ancianos, orfanatos y un servicio de emergencia para niños. Falleció en Mayo del 2008 con la edad de 98 años.
Nació en Ruyigi, Burundi. De ascendencia tutsi y perteneciente a la aristocracia real, en 1993, se hace cargo de nueve huérfanos de la guerra civil.
En 1994, tras las masacres habidas en el pais, comienza a recoger niños huérfanos y abre en sus tierras la "Maison Shalom" (Casa de la Paz).
En 2002, con la ayuda de ongs internacionales, da cobijo a 5.000 niños huérfanos de los tres grupos étnicos de la región: Hutu, Tutsi y Twa.
Algunos de los primeros niños, hoy son jóvenes que están formando sus propias familias, dentro de los terrenos de Maggy y a los que anima a adoptar a algunos de los otros huérfanos recogidos.
En la actualidad, más de 10.000 niños están bajo su tutela, muchos de los huérfanos proceden de padres muertos de SIDA y portadores de dicha enfermedad. A pesar de sus constantes peticiones de ayuda a las multinacionales que fabrican los medicamentos contra la enfermedad no ha recibido ayuda alguna de ellas.
En 2005 recibe del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) el Premio Nansen 2005 por su labor en favor de los niños.